lunes, 5 de marzo de 2007

Perfumes profanos - cremas de belleza

No cabe duda de que el perfume era un lujo que la clase trabajadora no podía permitirse, y debían conformarse con alguna crema corporal perfumada con balanites, o un cono de perfume en circunstancias muy especiales. La única forma de perfume a la que tenían acceso eran las propias flores y hierbas en estado natural que podían macerar en aceite o grasa de manera casera. Como contrapartida a la austeridad de la población, se sabe que Cleopatra gastó en una ocasión 400 denarios en ungüentos tan sólo para suavizar y perfumar sus manos.

El caso de los ungüentos era diferente, ya que les eran necesarios para que su piel no sufriera los efectos de la sequedad ambiental. Pero estas pomadas normalmente no estaban perfumadas y sus usuarios debían tolerar el olor a rancio que sin duda despedían las grasas. Para estas cremas meramente hidratantes utilizaban el aceite de sésamo (neheh) y el mal llamado aceite de castor.

Y digo mal llamado porque la mayoria de los autores traducen del inglés castor oil sin pararse a pensar que no parece muy probable que tales animalitos vivieran en Egipto. El nombre latino del castor oil es Ricinus Comunis. La traducción al castellano es más que evidente. Se trata de aceite de ricino, concretame

1 comentario:

Cyberfix dijo...

Perfumes are the best creation for women.